Hace dos años y medio entendí la profundidad de una frase que me dijeron hace más de 5: "Hay un amor que es tan intenso que mata y a ese es mejor vivirlo de lejos".
Es ese amor que a pesar de incondicional y puro es tan absorvente e intenso que no te deja respirar, no te permite entera libertad, ese amor que con el tiempo y la distancia se torna transparente y comprensible. Amor que sin pensarlo ni quererlo se lo extraña al llegar a casa y encontrar cuatro paredes vacías, silencios acumulados y una refri que no tiene más que el consuelo de un pasado mejor.
Extraño ese amor que me dejaba sin aliento, me inundaba de ira y al mismo tiempo me quitaba las ganas de pelear. Las mirádas cómplices pero acusadoras, palabras de aliento que taladraban el alma y lastimaban el tiempo. Las caricias tiernas prodigadas con la misma fuerza de ese amor. Las voces penetrantes y paralizantes emanando reclamos y consuelo.
Me pega la melancolía, me llama el recuerdo de todo eso.. todo aquello en lo que crecí y que ya no tengo. Ansío el momento de quemarme nuevamente en esa llama que calienta hasta los huesos y que me hace tanta falta.. pero, no estoy tan segura de querer compartir nuevamente y por tanto tiempo el mismo espacio físico del amor que me fraguó a fuego vivo, labrando los mismos recuerdos en mi vida.
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